Manuel Belgrano fue el primer impulsor de la creación de una Escuela Náutica para formar marinos mercantes. Logró que comenzara sin la autorización española, pero cuando estos se enteraron, exigieron que se cerrara y no se malgasten los fondos. La creación de una flota mercante se concretó a fines de la Segunda Guerra Mundial; se llamó ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas) que fue privatizada en la década de 1990. Belgrano también tuvo un proyecto de puerto para Buenos Aires, pero nunca se llevó a cabo.
A la hora de defender a buenos Aires, muchos extranjeros estuvieron allí. La elección del primer comandante se hizo a partir de una terna compuesta por dos corsarios y un marino mercante, eligieron al último, este era el irlandés William Brown.
En la época de la independencia, el gobierno de las Provincias Unidas otorgó un centenar de patentes de corso. Buques que surcaban el Pacífico y el Atlántico iban haciendo presa a los españoles.
La aventura más emocionante es la de Hipólito Bouchard, que con el primer buque de las Provincias Unidas, La Argentina, casi dio la vuelta al mundo persiguiendo españoles.
Otro hito en la puja del dominio el comercio relacionado con el puerto de Buenos Aires fue el aislamiento impulsado por Rosas a partir de la década de 1830,que terminó en un bloqueo de los principales mercaderes marinos: los ingleses y franceses. El comercio mundial necesitaba materias primas, que abundaban aquí, y las grandes potencias intentaba navegar las vías interiores para su propio beneficio. La libre navegación por el interior, por los ríos Paraná y Uruguay, también llegó de la mano de Urquiza. Luego de la batalla de Pavón, Buenos Aires retomó su rol dominante y fue la puerta de las oleadas inmigrantes europeas.
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